Cuando la arcilla se somete a la cocción, experimenta una transformación significativa, evolucionando de su estado inicial humilde y blando hacia una nueva entidad más sólida: la cerámica.
La cerámica, con su fortaleza y solidez, guarda cierta semejanza con la piedra. Su supervivencia a lo largo de milenios se atribuye al encuentro crucial de la arcilla con el fuego.
El proceso de convertir la arcilla blanda en cerámica dura implica alcanzar temperaturas muy elevadas, generalmente en un horno. Los hornos domésticos no tienen la capacidad de alcanzar las temperaturas superiores a los 815 grados Celsius necesarias para cocer la arcilla. Son necesarios hornos especializados y que puedan alcanzar temperaturas mayores a 1000 grados Celcius.
¿Qué es cocción cerámica?
La cocción es un proceso que implica elevar la temperatura de la arcilla o el esmalte. El objetivo final es calentar estos materiales hasta que alcancen un estado de “madurez” donde se fundan de manera óptima. Aunque a simple vista la arcilla de una vasija no parece fundirse, a nivel molecular, este proceso se lleva a cabo en dos etapas: la “cocción de bizcocho” y la “cocción de glaseado o esmalte”.
Cocción de Bizcochado
En el bizcochado, la loza recién moldeada se somete a altas temperaturas para vitrificarla, es decir, darle un aspecto vidrioso y permitir que el esmalte se adhiera a su superficie. El material, delicado por naturaleza, debe secarse antes de ser introducido con precaución en el horno. Durante el calentamiento, es esencial que la temperatura aumente gradualmente para evitar que la humedad en la arcilla se convierta en vapor, evitando así posibles rupturas.
Transformación de la arcilla
A medida que el horno alcanza los 343 grados Celsius, el agua químicamente unida a la arcilla comienza a ser expulsada. Al llegar a los 500 grados Celsius, la arcilla se deshidrata por completo y experimenta una transformación irreversible, convirtiéndose así en el material cerámico. La cocción continúa hasta los 926 grados Celsius, momento en el cual la cerámica se sinteriza, volviéndose menos quebradiza pero aún lo suficientemente porosa para ser vidriada.
Una vez alcanzada la temperatura deseada, el horno se apaga y se permite que se enfríe lentamente, asegurando la integridad de las piezas recién formadas.
Cocción del esmalte
El esmalte cerámico, una capa impermeable aplicada para colorear, decorar o impermeabilizar la cerámica, desempeña un papel esencial. Después de aplicar el esmalte, los alfareros dejan secar la pieza antes de introducirla en el horno para la cocción final.
Durante esta fase, la pieza esmaltada se coloca con cuidado en el horno, evitando el contacto directo con otras piezas para prevenir la fusión permanente causada por el esmalte derretido. El horno se calienta gradualmente hasta alcanzar la temperatura adecuada, permitiendo que la arcilla y el esmalte alcancen su madurez antes de enfriarse nuevamente. La arcilla y el esmalte experimentan una notable transformación durante esta segunda cocción, pasando de ser blandos y quebradizos a convertirse en elementos duros como la piedra, resistentes al agua y al paso del tiempo.
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